Sacudido por la peor crisis institucional de su historia por las reiteradas denuncias de corrupción, el THW Kiel sigue su imparable racha de éxitos deportivos en el balonmano alemán. A pesar de los ataques verbales de la competencia y las investigaciones en la justicia por las reiteradas quejas de que el Kiel sobornó a árbitros para ganar partidos a nivel nacional e internacional, el Kiel domina el balonmano alemán como nunca antes otro equipo.
La presente liga fue un paseo, según firma en dpa Timo Lindemann.
El título se concretó ya el martes de forma anticipada. La forma fue sintomática. Ni siquiera tuvo que jugar para asegurarse el título, bastó con que su escolta más peligroso, el Hamburgo, perdiera su partido ante Flensburg-Handewitt y la deferencia de puntos -12- es ya tan grande que la historia ya no variará a pesar de que faltan por jugarse cinco fechas. "Esto de salir campeón viéndolo por televisión acostado en el sofá es algo único", admitió el capitán, Stefan Lövgren.
Es el quinto título consecutivo en la liga alemana. De los 29 partidos jugados hasta ahora, sólo perdió uno, el último, que puso fin a una racha de 47 partidos invictos. "La forma en que ganamos este campeonato la verdad es que fue impresionante", dijo Lövgren. Pero el Kiel va a por más: quiere el triplete, como hace dos años.
Ahora le toca afrontar la Copa alemana y, sobre todo, la Champions League europea.
El domingo se enfrenta en un duelo interalemán al Rhein-Neckar Löwen, justamente el equipo cuyos dirigentes son los que encabezan "la cruzada purificadora" contra los supuestos sobornos realizados por el Kiel para manipular partidos.
"Es muy importante que haya habido una continuidad en el éxito", dice el entrenador del campeón, el islandés Alfred Gislason, refiriéndose a que esta fue su primera temporada al frente del Kiel, cuando reemplazó al croata Zvonimir Serdarusic, el hombre que se cansó de ganar títulos y al que se acusa de estar involucrado en la manipulación de partidos.
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