El guerrero Manchego

martes, 15 de abril de 2008

Ciudad Real rfecibirá al Kiel primero en la final de Champions

El THW Kiel parte doblemente como favorito frente al Ciudad Real para la final de la Liga de Campeones de balonmano, ya que el sorteo celebrado hoy determinó que el partido de vuelta se juegue en el denominado "Infierno del Norte" de la ciudad alemana de Kiel, el 10 u 11 de mayo.

Siete de las últimas diez finales de esta competición cayeron del lado del equipo anfitrión en el segundo partido. En las tres últimas finales, resultó siempre campeón el equipo que disputó en su feudo el segundo enfrentamiento.

Precisamente el Kiel (2006-07) y el Ciudad Real (2005-06) han conquistado una liga de campeones cada uno, conseguida en ambos casos cuando el segundo encuentro se disputó en casa del ganador.

El partido de ida de la final se jugará en Ciudad Real el primer fin de semana de mayo.

En la vuelta, la formación manchega, comandada por Talant Dujshebaev tendrá que hacer frente al "infierno del Norte" del Sparkassen Arena, en el que 10.200 espectadores no cesan de animar a su equipo en cada partido.

"Kiel defiende el título, así que es el favorito. Estoy feliz de que nos encontremos con ellos en la final y el Kiel, para mí, es el mejor equipo del mundo. Para nosotros será muy, muy difícil ganar al THW", declaró el entrenador del club manchego.

Incluso el "todopoderoso" FC Barcelona, el equipo más laureado del continente, ha probado el sabor de las derrotas en la cancha alemana y perdió las tres veces que pisó el fortín del Kiel.

La última vez que el Barça cayó en esta plaza (41-31)fue, precisamente en las semifinales de esta competición, el 6 de abril de este mismo año.

También el Ademar León se dejó allí sus opciones de alcanzar las semifinales y cayó derrotado por seis goles (32-26).

Desde que la competición adoptó su actual formato en la temporada 1993-94, se han registrado 10 victorias de clubes españoles, frente a sólo dos alemanas, la ya citada del Kiel y la del Magdeburgo en la 2001-02.

domingo, 13 de abril de 2008

El Viejo Guerrero y su fiel Escudera supieron sufrir

La salida de cara a la semifinal de Champions League ante el Hamburgo alemán trajo consigo los augurios iniciales de que sería una guerra sin cuartel, contra reloj, y que sería sufrida al máximo la batalla que se presentaba.
Y así resultó. Ya de entrada “El Viejo Guerrero” y si fiel “Escudera”, en este ocasión Gloria Serrano, comenzaron su odisea el miércoles por la tarde, ya que el avión lo tenían que coger temprano de Madrid-Barajas el jueves (a ver si comienza el Aeropuerto Ciudad Real a funcionar y se evitan las primeras escaramuzas).
Armaduras relucientes, buena dosis de sidol, relucientes, impolutas y dispuestos a conquistar Hamburgo, el puerto más importante de Europa, y es que la conquista del castillo que figura en su bandera, construido en el siglo IX por Carlomagno, y con sus puertas cerradas, símbolo de su soberanía, era misión difícil abrirlas, pero siete goles eran renta suficiente para poner la ciudad de par en par.
AVE Madrid y llegada al hotel más grande de Europa, el Auditorium. Inscribirse y tienda de campaña, “la primera a la izquierda están los ascensores”. Vamos para allá y jo.., un pasillo enorme, ancho, era la zona de los salones, y en cada puerta una figura blanca iluminada, más alta que una persona, parecían fantasmas, llegamos hasta el final sin ver el ascensor el el Viejo Guerrero que le dice a la Escudera ¿aquí te da miedo andar?, y la repuesta fue tajante “estoy cagada”.
Sacando valor de donde casi no había, vuelta por el pasillo de marras y el ascensor que estaba al principio. Subimos a las habitaciones, pasadas las doce de la noche, y a las seis y media arriba. Menuda noche, ambos, amplia la cama y la habitación, con unacama enorme, pero sin dormir.
Nos levantamos y al aeropuerto. Comentario al canto ¡Comenzamos bien!.
El vuelo largo, tedioso, Madrid-Zurich-Hamburgo, y es como nos comentó un directivo del diario “encima que os mandamos para que conozcaís países”. Gracias señor directivo.
El viaje bien, la llegada, peor. Desembarcamos por la Terminal 1 y nos empeñamos en recoger las maletas por la Terminal 2. Ya está el lío montado. Dos horas detrás de la maleta. Salimos el control por la Terminal 1 y para entrar en la Terminal 2 tuvimos que andar haciéndonos los ‘guiris’ ya que no podíamos pasar el control de la Policía de nuevo al no tener billetes. Nos colamos por todo el aeropuerto por dentro de las dependencias de oficinas y seguridad, y lo más llamativo es que nadie nos dijo ni pío. Si preguntábamos nos mandaban para allá y para acá, como no nos entendíamos, y es que estamos a favor de no dejar finalizar la Torre de Babel, ya que cuando no te entiendes el desorden es grande. Luego hablan de la seguridad de los aeropuertos. El Viejo Guerrero y su fiel Escudera pusieron en evidencia la seguridad, incluso pasamos por zonas prohibidas y nadie dijo nada, hasta que dimos con las maletas. Dos horas dando vueltas. ¡Seguimos bien!. Sería una premonición.
Llegamos a Hamburgo, y como siempre, el hotel en el punto de la nada. Ni cerca de aeropuerto, ni cerca del pabellón, ni cerca de la ciudad. Es decir, el taxi fue el elemento principal de gastos.
El BM Ciudad Real que llega con más de una hora de retraso, y en consecuencia el entrenamiento. Todo contra reloj, como casi siempre. Dale que te pego para cerrar la noche con el deber cumplido. La primera escaramuza fue ganada por amplitud.
Cena en e barrio de St. Pauli. Barrio de depravación de Hamburgo. Jo, de todo vimos. En ese campo sí que no estamos batallados. Hay que reconocer que perdimos esa guerra. Un barrio entero dedicado a la prostitución, con tiendas, bares, clubs, chicas por muchos sitios y una calle, le llaman la zona roja, donde está cercada como los Sanfermines y no pueden pasar mujeres. Pues eso, como buenos españoles, con la Escudera por delante. Aquí en España en los escaparates se ofrecen muebles, comestibles, electrodomésticos…, allí…, mujeres, y como una de su mismo sexo no puede pasar, abrieron una ventana y nos regaron con agua, que pensamos nosotros que era agua. ¡Que pasada!, y ¡que cara a la vez!.
Allí vimos de todo. Hasta tres detenciones, una pelea con la policía…, y era el único punto de Hamburgo que tenía vida nocturna. Salimos en retirada, y a dormir.
El viernes, día del encuentro. A todo esto Alemania nos recibió con un frío que pelaba castañas, y lluvia, esa fina, que parece que si te haces el chulo no te mojas y cuando te das cuenta estás empapado. Vuelta por el paseo marítimo, comida y al pabellón.
¿Qué llegamos tarde? Nadie puede acusar de eso a los enviados especiales de Ciudad Real, que fueron mucho, una legión: La Tribuna, Lanza, TV Castilla-La Mancha, Cadena Ser y El Día. En total diez personas sin rumbo y sin hablar alemán. Menudo lío, tanto que volvimos loco a un taxista y se echó la culpa de no llevarnos a donde queríamos ir, y no nos cobró la carrera. Caso único, ya que los taxistas allí son un poquito golfos. Le das un billete de lo que sea para cobrarse, lo que marca el taxímetro, y te dan a cambio un recibo por el importe del billete que le has dado y te dicen, gracias, y arrancan. Más de una batalla hubo que pelear contra ellos. Eso sí, ganadas.
Hamburgo, como todos los países que no son mediterráneos, fríos, sin ambiente, caros (un paquete de tabaco 4 euros, una cerveza 3,5, una botella de 200 cc de agua 3,5, un café 3 euros…, excepto la comida que puedes comer por 14 euros. Pero ojo, menuda comida. ¡Vivan los huevos fritos con chorizo y los cocidos españoles!. Un plato muy grande, siempre hay patadas fritas de las congeladas, un montón, un poco de ensalada, no de lechuga, es escariola, y como no hay aceite te ponen una salsa para disfrazarla, y luego lo que es el plato principal: tres trozos de carne [pollo, ternera y cerdo] pequeños, o una salchicha, o un pescado rebozado que no pidas que te digan qué es, y se acabó). Como España, ná.
Con casi cuatro horas de antelación llegamos al pabellón. Y empiezan los nervios. Vemos como se va llenando las gradas, como el locutor empieza a calentar a la afición. La presentación un pestiño, nada que ver con lo que vimos en Flensburg. Más paleto, en un quiero y no puedo. Pero muy larga y a oscuras. Y comienza el partido, y vemos cosas raras. Empieza el festival colegiados, el no estar a gusto el BM Ciudad Real, el ir a remolque, y las mariposas del estomago que no se están quietas.
Y pasan los minutos, y Ciudad Real, sin jugar bien, tiene controlado el partido. Y llegan los últimos cinco minutos y todo controlado con una desventaja de tres goles. Felicidad, perderemos pero nos clasificaremos. Viene el desconcierto en todos los órdenes, se ponen a seis de diferencia. Nervios, ya no hay compostura, desde la posición de periodistas, voces, gesticulaciones, no no estamos quietos en la silla, Sterbik para, bajamos el sufrimiento. Stefansson hace la jugada tonta de la tarde cuando lo tenía en sus manos, roja…cabreo…, y final del partido. Respiramos, caemos en el fondo de la silla, en blanco, y acordándonos de la Virgen del Prado.
Ganamos la guerra, no la batalla, y con la armadura llena de bolladuras, la ropa echa girones, extasiados, rotos, y de mala leche, volvemos a la tienda de campaña, trabajamos contra reloj, y a dormir ligero, y tan ligero, sin cenar.
Al día siguiente, Paco Martínez Soria, cargados como burros, viaje a la inversa, Hamburgo-Zurich-Madrid-Ciudad Real. Gracias señor directivo hemos conocido Alemania y Suiza, y cuando arribamos a Ciudad Real el sábado a las seis y media de la tarde. Aparcamos la armadura y nos retiramos al aposento. Ahora ya con un día de por medio ni te acuerdas de lo que has visto de Hamburgo, sólo tienes el partido en la cabeza y el miedo en el cuerpo.
En fin, todo se da por bueno y soñando ya en la final, aunque antes espera Zaragoza.