
La principal preocupación de Valero Rivera radica en asentar la defensa y lograr una mayor fluidez en ataque, tanto en las penetraciones, algo que en Portugal fue la baza, como en el lanzamiento exterior.
Jugadores y técnicos con conscientes de las dificultades implícitas que conlleva una eliminatoria en el tramo final de la temporada, pero por encima prevalece la importancia de estar en juego el billete para el mundial.
Guadalajara está viviendo este partido con intensidad, algo que se respira por las calles, y que lo han podido comprobar los propios jugadores que sienten el calor de la afición en los momentos en que han estado paseando por la ciudad.
Las previsiones son optimistas y el éxito de público parece garantizado, señal que demuestra la gran campaña de promoción puesta en marcha por el ayuntamiento alcarreño, que se está volcando desde el minuto uno con la Real Federación Española de Balonmano en la organización de esta eliminatoria.
La selección portuguesa aterrizó hoy en Madrid procedente de Lisboa, y tendrá una sesión de entrenamiento vespertina. A las 21,00 horas se realizará la reunión técnica con los equipos y el delegado de la EHF, sr. Morell, ya que la pareja arbitral húngara formada por los colegiados Kekes y Kekes, tiene prevista su llegada al aeropuerto de Madrid-Barajas a las 22,20 horas.
Los lanzadores del equipo español deberán afinar la puntería que les faltó en el partido de ida, donde los laterales apenas tuvieron peso ofensivo, lo que obligó a Valero Rivera a utilizar durante muchos minutos al extremo Roberto García Parrondo en el lateral derecho.
Una falta de acierto que se contagió a todos los internacionales españoles, que llegaron a desaprovechar hasta cinco penaltis, una cifra impropia de un conjunto como el español, que cuenta en sus filas acreditados especialistas como Juanín García.
Los pivotes españoles se marcharon de Lisboa sin anotar ningún tanto, pese a la presencia en la selección de centrales como Chema Rodríguez y Raúl Entrerríos,
que cuentan entre sus principales virtudes la capacidad para asociarse con los jugadores de segunda línea.
Dudas ofensivas que acabaron por afectar también al sistema defensivo del conjunto español, que fue incapaz de frenar a los lanzadores portugueses Claudio Pedroso y Fabio Magalhaes, autores de once de los veintiséis tantos del equipo luso.
Una sangría que la selección española logró parar únicamente con el cambio a una defensa 6-0, tras arrancar el choque con un avanzado para tratar de frenar el central portugués Carlos Carneiro, que apenas pudo jugar unos minutos tras sufrir una luxación en el hombro izquierdo.
No obstante, el conjunto español, al que incluso le valdría una derrota por un gol siempre que Portugal no anotase más de veintisiete tantos, parte nuevamente como clara favorita para superar una eliminatoria que pondrá fin a la temporada para el balonmano español.
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