El Kiel-Arena ha sido testigo de muchas despedidas emocionales, pero con la piel de gallina, las lágrimas y el dolor que los aficionados de las "cebras" han manifestado ante la realidad del adiós de Jerome Fernández (34 años), nunca se vio.
El público estuvo aplaudiendo durante varios minutos, mientras que un show de rayos láser, con la afición puesta en pie volvió a aplaudir a uno de los mejores jugadores del mundo y a expresarles su respeto. Un jugador que había llegado del BM Ciudad Real al comienzo de la temporada, por la lesión de Daniel Narcisse y Kim Andersson.
De las manos de Marcus Ahlm recibió un regalo del equipo. Un zapato como símbolo de la labor realizada al servicio de la LCE fue el campeón olímpico. "En todo el mundo, siempre he oído la misma historia", dijo un emocionado Jerome Fernández ante los diez mil fans.
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